El diario

Text recovered from 12.11.2007

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El sol se levantaba sobre el reino de Hyrule, y su luz descubría las guirnaldas que cubrían la Plaza mayor del pueblo de Hylian. Un año más, con las primeras luces del alba los niños empezaban a corretear junto a sus mascotas y la alegría inundaba cada rincón del reino. Un año más se celebraba el día de la caída de la sombra, de la derrota del tirano, de aquel que quiso traer la desgracia: la muerte de Ganondorf de Gerudo.

El brillo de las últimas gotas de rocío de la mañana había encontrado en los muros del castillo su máximo oponente, pues la luz de los ojos de la princesa Zelda, que se encontraba ya en plena adolescencia, había sido comparada con la belleza de las diosas, que en su infinita sabiduría crearon la Trifuerza. En la radiante mañana la princesa se probaba su nuevo vestido de gala, y sus hermosos labios descubrían, al sonreír con la alegría que acompañaba a este día, unos dientes mas blancos y puros que las corona de perlas que adornaban su frente.  

–         Vamos, Zelda, por las diosas, una hora mirándote en el espejo… sabes de sobra que serás la más hermosa, y te aseguro que Link se fijará más en ti que en la princesa Zora. -la voz de Impa, guardiana de Zelda desde su nacimiento, sonaba fastidiada.

–         Impa, no seas quejica… como se nota que a ti no te preocupan los chicos… – al pronunciar estas palabras, se dibujó en los ojos de Zelda la imagen de Link, y sus mejillas se tiñeron de un rubor que no hacía sino dotar de mas belleza a su dulce rostro.

El mediodía llegaba, y pronto la Familia Real bajaría al pueblo para los festejos. Todos los pueblos de Hyrule estarían presentes en la fiesta: los Zora estarían representados por su princesa, Ruto;  por parte de los Goron siempre acudía su rey, el gran Darunia ; y Sora representaba  a los Kokiri. Los Gerudo, por supuesto, no se encontraban entre los miembros de la comitiva, ya que su código de honor les impedía celebrar la muerte de uno de los suyos, cualquiera que fuera la naturaleza de éste.

 Sin embargo Link solía estar en el castillo antes del mediodía, y su tardanza empezaba a preocupar a Zelda. De repente sonaron, a lo lejos, los vítores y silbidos que siempre anunciaban la llegada del héroe de Hyrule, del portador de la marca de la valentía, de Link, el elfo. Impa observó como el rostro de Zelda irradiaba de felicidad, y rápidamente ésta se dispuso a ir a la sala del trono para recibirlo. Sin embargo cuando iba a salir de la habitación Impa la detuvo: No, Zelda, mira…

Mientras Zelda se acercaba a la ventana vio como Link, a lomos de Epona, se dirigía con demasiada premura al castillo. Ni un saludo, ni un agradecimiento… algo nada usual en Link, y mucho menos en ese día tan especial para todos. Zelda se sentó y con gesto preocupado se dirigió a su doncella: …Impa… ¿Qué crees que ocurrirá?… La espera se estaba haciendo insoportable, y aunque hasta que la llegada de Link fue anunciada por las trompetas sólo habían pasado unos minutos, a la princesa le habían parecido horas. La suave brisa de la primavera entraba por las ventanas del cuarto de  Zelda, y al trino de los los pájaros que revoloteaban con la llegada de la estación del Sol se unía el eco de una lejana fiesta, que ya había comenzado el en pueblo. Mas todo aquello le era ajeno a Zelda, en cuyo rostro se reflejaba la angustia de la espera del que sabe que malas noticias se acercan. 

Los pasos apresurados de Link empezaron a llegar desde el pasillo, y de golpe se abrió la puerta. El rostro de Link, sombrío como nunca lo había visto,  estaba surcado por dos lágrimas:

–         Oh, Zelda…qué hemos hecho….

Zelda se levantó presurosa a abrazar al desconsolado elfo, y observó cómo sus botas estaban llenas de barro. Había estado, como todos los años, en las ruinas del Castillo Oscuro.

–         Link, dime, ¿qué esta ocurriendo?…Link, estoy asustada…¿es que una nueva desgracia se cierne sobre nosotros? ….oh, dime, Link, que es eso que tanto te apesumbra…

El elfo, haciendo acopio de unas fuerzas que le fallaban por momentos, miró a la princesa a los ojos, y sacó de unos de sus bolsillos un pequeño libro, que si una vez estuvo encuadernado en piel, de esa fornitura ahora sólo quedaban ya unos jirones sueltos sobre lo que parecía haber sido la cubierta, y que ahora sólo era un pesazo de cartón sobre el cuál sólo podía distinguirse un borrón…un borrón con forma de G… Link le tendió a Zelda el libro:

–         Lo …lo encontré entre los escombros del castillo…es…es… – y al decirlo se le llenaron los ojos de lágrimas – …el diario de Ganondorf.

Zelda se llevó las manos a la boca a tiempo para disimular el pequeño grito fruto de la sorpresa. Impa se adelantó con gesto inquisitivo :

–         Basta, Link, lo que hay aquí escrito pertenece por derecho a los Gerudo, y sabes que ellos lo reclamaran como suyo.

–         No Impa –contestó el elfo – lo que se cuenta en este diario incumbe a todos los pueblos de Hyrule… en especial… en especial al de Hylian – y con esto dirigió una mirada apesadumbrada a la princesa – Zelda.., puede que no superes nunca lo que vas a leer aquí…pero has de hacerlo…por tu pueblo…y…y por él…- Link se detuvo en este punto, pues las lágrimas le impedían seguir hablando.

–         Link…estoy asustada..no te apartes de mi lado mientras leo estas páginas que tan terrible palabras han de contener.

Zelda abrió entonces con cuidado el libro y pasó, con sumo cuidado debido a su lamentable estado, la primera página. En ella pudo leer :

“Tierra de los Gerudo . Quinto día de la Estación de las nieves Amanecer “

Querida hija mía:

Han sido días muy duros . Al lamento que sufre mi alma por la pérdida de tu madre hace tanto tiempo ya, he de sumar ahora el dolor que me supone el verte morir cada día en tu camita, presa de esas fiebres tan extrañas y mortíferas que todos desconocen. En el pueblo todos tienen miedo a acercarse a nuestro hogar, pues temen contraer esta terrible enfermedad que te asola tu cuerpo…! Ah, Diosas, a cuánta penuria estáis dispuestas a someterme ¡. Pero no te preocupes, mi cielo, pues esta tarde he pedido una audiencia e iré a rogar la ayuda del Rey de los Hylian. Por lo que sé , es un hombre bueno y generoso, y estoy seguro prestará su ayuda a un padre desesperado. ¿ Sabes? , él también tiene una hija de tu edad, seguro que cuando te recuperes podríais jugar juntas. Amor mío, he de partir ya…pronto volveré con ayuda y podrás volver a ver el Sol.

Te quiero. Ganondorf de Gerudo.”


–         ¡Oh, link, esto es terrible!….-pero fue interrumpida por el elfo antes de acabar la frase.

–         Sigue leyendo…-la apagada voz de Link no hacía sino asustar más a la princesa.

“Tierra de los Gerudo. Quinto día de la Estación de las nieves. Atardecer.

Querida hija mía:

Qué horas tan tristes. El maldito rey de los Hylian, ante cuyo nombre escupo y maldigo mil veces, me ha negado su ayuda. Argumentando que no se fía ni de mí ni de nuestro pueblo, me ha  echado de su castillo. ¡ Y me he dicho que mandará a alguien para ver cuán enferma estás!…..Mentiras y más mentiras… ni siquiera la piedad ha hecho mella en su corazón de piedra, víctima del recelo y el prejuicio… y yo he de verte morir porque esos presuntuosos Hylian no se fían de un pueblo cuyo único pecado es ser diferente al suyo… ¡Malditos sean todos mil veces!…Pero no desesperaré, y encontraré la forma de sanarte, hija mía. Ahora he de descansar, pues han sido arduas las horas de camino y es mucho el pesar que hay en mi alma, perdida mi mayor esperanza que estaba en manos del Rey Hylian.

Te quiero. Ganondorf de Gerudo.»

La princesa retrocedió, y tiró el libro al suelo. El silencio en la habitación se hizo denso, y Link se arrodilló a recogerlo. Impa se acercó a Zelda y la agarró, ante la amenaza de un desmayo. Link comenzó a pasar páginas arrancadas, quemadas, o simplemente ilegibles…

–         Zelda… en estas páginas estaba recogido todo el plan de Ganondorf, se pueden distinguir dibujos de la Trifuerza, y algunas palabras: ”futuro”, ”oscuridad”,  “elfo”  –creo que ese soy yo-… pero hay una que se repite en casi todas las páginas en las que puede distinguirse algo… ”venganza”…

Zelda, afligida, se llevó las manos al rostro, y rompió a llorar. Link se acercó a ella, tendiéndole de nuevo el libro.

–         Hay algo más que debes leer… la última página está… está… manchada de sangre… te la leeré…

El elfo comenzó a leer con la voz sombría, mientras Zelda lo miraba desconsolada, y en el rostro de la matrona la preocupación ante las consecuencias del descubrimiento se hacían patentes.

“ Castillo de Ganondorf. Último  día de la era de las Sombras.

Querida hija mía:

Mi niña… mi pequeña. estoy muriendo…pronto volveremos a reunirnos, allí,  junto a las Diosas…*mancha de sangre*…mi sed de venganza me cegó…se me escapó de las manos…pero las Diosas, en su infinita piedad, enviaron a aquel que detendría mi locura…*borrón de tinta* …han sido muchas las vidas que se han perdido por mi locura … mi sed de venganza ha ido mucho más lejos que el rey de Hylian…sí., lo logré. Lo maté con mis propias manos… y me aseguré que su hija estuviera presente en ese momento… ojo por ojo… ¡cuán ciego estaba, mi pequeño lucero! …Pero al fin han vencido… *mancha de sangre*. el elfo …ese elfo silencioso…el héroe, el portador del símbolo del coraje …él acabó con mi locura desatada…. nada le detuvo…ni el tiempo ni el espacio… …dragones…fantasmas…incluso tuvo el valor de enfrentarse a sí mismo tan sólo para derrotarme a mi…él luchó por lo que creía…y no hizo daño a nadie …

¿Qué hubiera sido de ti si yo hubiera luchado de la misma manera, en lugar de verte morir mientras planeaba tu venganza?…estoy muriendo, hija mía…  y el arrepentimiento de estos últimos momentos apaga el dolor de las heridas… el elfo… él me derrotó… siempre me ha derrotado… y cómo lo hizo… tan solo por amor… el amor que yo convertí  en desesperación… *manchas de sangre*… mi momento se acerca… Link… Zelda… si alguna vez leéis esto, o alguien lo hace… tan sólo quiero daros las gracias por acabar con este reinado de terror… espero que seáis siempre felices, y hayáis aprendido algo de lo que ha ocurrido… yo. * mancha de sangre… lo he aprendido… pero es tarde para mí… recordad, pues,  mi vida y mi muerte como aquello que debe evitarse… no neguéis la ayuda q quién ha de necesitarla. Adiós …que las diosas os bendig

–         Aquí acaba la carta… no tuvo tiempo de firmarla – el elfo habló mientras miraba al suelo, y una lágrima corría por su mejilla…

La princesa se acercó a Link y cogió el libro, apretándolo contra su pecho. Tras un suspiro, salió hacia el salón principal, seguida del confuso elfo y de la niñera. Los pasillos estaban fríos, a pesar del radiante Sol –quizás el frío no venía de fuera, sino de dentro de las tres figuras que los recorrían-  La princesa llegó al salón del trono, donde los embajadores de todos los pueblos de Hyrule esperaban ruidosos la hora de salir hacía el banquete celebrado en el pueblo. Las puertas del salón se cerraron tras la princesa, que miró con gesto serio a todos los congregados, mientas sujetaba con fuerza el diario…

–         Embajadores de los pueblos de Hyrule…

Nunca jamás volvió a celebrarse el Día de la Muerte de Ganondorf en Hyrule.

Artículo creado por SirMagnus